La última página ya pasó. Es hora de dormir.
Ayer soñé que no
te ibas,
estabas igual que
siempre,
a mi lado, junto
a mí. Me
decías que las
cosas estaban
bien si era por
amor. Te di
un beso, después
un abrazo,
tú
correspondiste. Luego, me
dijiste me
amabas, yo hice lo
mismo. Estabas
aquí, yo junto
a ti, al lado
tuyo.
Te fuiste a bañar.
Subí detrás
tuyo, me desnudé,
me viste con
tus ojos que
parecen dos olivos y
olvidé mi maldad.
Me desnudé,
el agua tocó mi
cuerpo, también
tus caderas
tocaron las mías, tu
sexo el mío, tus
ojos clavaron su
mirada de amor en
mi pérfido ser.
Yo hice lo mismo
con el tuyo. Te
acaricié la
espalda, enjaboné tus piernas.
Tú me llenaste de
tu calor, de tu presencia.
De ti.
Salimos de bañarnos,
tomaste tu balde
donde guardas tus
productos de baño,
bajamos, como
muchos días en estos
tres años, a
nuestra habitación. No te
apresuraste a pesar
de que teníamos clase.
Le diste un beso
a nuestro peluche, yo le
di muchos besos a
los dos. Hicimos el amor,
sin tocarnos, sólo
con nuestra presencia. Un
un segundo
vivimos nuestra vida, después
nacimos otra vez,
nos reencontramos y
seguimos juntos.
Hiciste tu pan de cada día,
te cambiaste para
verte hermosa, así como
sólo podrías ser
tú. Yo hice lo mismo. Tomé
el pan y nos fuimos
juntos, caminamos por
muchas nubes en
forma de eternidad. Luego
por montañas con
amigos que hicimos juntos.
Saludaste por última
vez a todos, volteaste hacia
mí y sonreímos el
uno al otro. Después me hiciste
mala cara, te pedí
que habláramos, ignoraste mi
mano, luego mi
presencia pero seguí amándote.
Golpeaste mi
cara, luego mi alma, después mi ser.
Y seguí intacto,
si era por ti seguí intacto. Te di un beso
para después
explotar en ira contra la vida de ser yo,
un maldito que le
escapa todo, que no es feliz, que no
tiene nada más
que está maldita letra y este ser, intacto
pero roto, de ilusiones,
de vida, de sentimiento,
completamente roto.
Aún así te quedaste, y no estaba
solo, sin ti, sin
nadie. Por fin todos aquellos que murieron,
los cuales amaba,
seguían ahí, vivos para mí, siempre en
mi corazón,
siempre al lado mío, acompañando mis pasos,
mis pasos lentos
de desilusión.
Te esperé, no
corrí más fuerte, dejé de correr, caminé a tu
lado porque me
amaste y yo te amaba. Llegamos a la escuela,
entramos a la
biblioteca que perdieron tu calor y tus pasos,
estabas dentro
pero no pude ver tu figura, tu cuerpo y ser
concentrado en
una lectura. Me pediste que saliéramos a
comer y fuimos.
Pláticamos de miles de cosas, dimos nuestros
juicios de valor,
en forma de opiniones. Regresamos juntos,
pero corrí por el
medio del bosque para conocer más de mí.
Lo hice rutinariamente,
poco a poco dejé de querer hacerlo.
No importó porque
al regresar estabas tú, esperando con mis cosas.
Después de
cambiarme, juntos entramos a una clase, ahora diste una
participación
cargada de intelectualidad. Intenté seguirte el paso.
Oscureció mi corazón,
fuimos a cobrar el encargo de tu pan,
te acompañé,
después, con el dinero que obtuviste, compraste
algo que te gusta
decirle maña, alguna fritura. Comimos juntos,
caminando entre
muchas otras máscaras hasta donde salimos
en un camión
cargado de sentimientos mutuos, hablamos otra vez,
peleamos,
lloramos, dormimos abrazados hasta llegar a la base, donde
te bajaste con mi
ayuda y subiste a una escalera que nos dejó en nuestra
casa. Hiciste de
cenar algo que amamos, yo hice agua y palomitas. Vimos
la televisión,
terminamos de comer y nos abrazamos sintiendo el calor
de cada parte de
nuestro cuerpo; tus nalgas redondas aunadas a mi
pelvis, pie a
pie, pecho a espalda, cara a cabello y tú al lado de mí.
Te quedaste
dormida, yo despierto, te vi feliz, orgulloso por estar contigo,
Luego yo me quedé
dormido, ronqué y no sé cómo me viste a mí.
Fuimos a nuestro
cuarto, me pediste un abrazo, uno que te di, cada
segundo más
fuerte, más apretujado, con mucho amor, con esperanza
de envejecer a tu
lado. Se prendieron unas luces que fueron un clímax de
dolor. Lloraste
por nuestro hijo que nunca tuvimos, por no envejencer juntos,
por no hacer las
cosas que nos faltaron hacer, por no vivir otras tantas
aventuras y
peleas. Dejaste de llorar, yo también pero seguí amándote.
Nos quedamos
dormidos, pero despertaste temprano, te acompañé a caminar,
regresamos a
casa, tomaste tus cosas y me dijiste que vendrías en dos días.
Al regresar
seguiríamos juntos rumbo a otra
aventura, yo con esperanza de
que todo lo que
pasó el día anterior se repitiese. Te puse una película que nunca
más quisiste
terminar de ver. Tomaste tu celular y jugaste algo que quise jugar
contigo. Te
fuiste y no regresaste jamás.
Te extraño mucho,
como aquellos a quienes vi morir, te extraño tanto, sin
poder tener
control de mí mismo y de la situación como Helen cuando murió.
Te extraño tanto,
como al arrepentimiento por traicionar a mi abuelo. Extraño
las cosas que
nunca vimos juntos, las experiencias que nos faltó por hacer, hacer
el amor contigo
que, a pesar de que estuvieras aquí, nunca más hicimos de nuevo.
Extraño tus
risas, cuando te tapabas tu boca para que no viera tus dientes, tu mirada
de amor, el
juntar nuestros cuerpos, el ir juntos a cualquier lugar, las discusiones,
el dormir y
despertar juntos. Extraño bañarte y que tú me bañaras. Extraño tanto tu
presencia, ¿cómo
es posible que podré olvidarte? ¿Cuándo pasará este dolor?
¿Qué fue de
nosotros? ¿De nuestros planes juntos? ¿De la vida juntos? ¿De los proyectos
juntos? Nunca te
dije lo mucho te admiro. Nunca te dije que eras mi equipo, que fuiste mi todo.
Nunca te dije, no tuve palabras suficientes para decirte lo mucho que siento
por ti. El que te
fueras me destruyó, el quedarte te destruía.
Recuerdo aquella
vez que platicamos de nuestro futuro, cuando nos dimos cuenta
que esto no
funcionaría. Cuando supimos que teníamos planes distintos. Y aquellos
dos enamorados, a
pesar de la adversidad, caminaron juntos hasta la muerte,
como si fueran Romeo
y Julieta. Pero nosotros y nos morimos antes de morir.
Tomé tu mano y
seguí a tu lado, pero tú nunca más tomaste la mía, no me
regresaste la
mano y caminaste al lado contrario, a un lugar donde no pude
seguir, por mucho
que lo intenté.
Siempre seré
tuyo, espero algún día sentir otra vez como sentí contigo. Espero
que seas otra vez
tú, que seas otra vez tú, que seas otra vez tú. Que me abraces
y nunca más te
vayas de mi lado, que seas feliz. Que seas plena, que seamos
juntos. Siempre
te voy amar, siempre te voy a recordar aunque me digan
que no lo haga,
que no llore por ti, siempre voy a h estar, si es por ti.
Señora Helen,
abuelo, abuela, prima, señor, concédanme serenidad
para aceptar esto
que no puedo cambiar, que te fueras. Denme fortaleza
caminar lo que
tengo que caminar, para hacer mis piernas fuertes y seguir.
Para cambiar lo
que tengo que cambiar. Denme sabiduría para entender,
Para entender la
razón por la cual me dejaste. Para entender la diferencia.
Ayúdenme a hacer
lo que tengo por hacer, para no sufrir otra vez la pérdida,
para vivir día a
día y disfrutar de cada momento. Para sobrellevar mis carencias,
la falta de
aquellos a quienes amo, las privaciones como un camino hacia la paz.
Aceptando este
mundo impuro donde sólo nací para sufrir, para llorar y escuchar
que alguien me
diga que tengo que seguir, para aceptar estar sin ti. Para aceptar
mi dolor tal cual
es, al mundo tal cual es, no como yo quiero que sea, tal
como hicieron
ustedes, como lo hiciste tú, señor. Así, confiando que seré
un hombre de
bien, como prometí en el lecho de tu muerte. Así, entregándome
a tu voluntad,
podré seguir, aceptar, entenderte, sabré no pedir por tu presencia.
Podré ser feliz,
por una vez, que dure una eternidad en una eternidad y no sólo
en un oxímoron.
Alcanzar la felicidad eterna a tu lado, Paulina. Alcanzarla sin que
estés aquí, sin
quizás jamás verte nuevamente. Tengo fe de ti, de tu presencia,
de que estés bien
y ames a otras tantas personas, y tengas fuerza de aceptar
las cosas que son
y cambiar las cosas que puedes cambiar. Te amo por siempre.
Espero lo hagas tú,
desde donde quiera que estés, cuando veas la luna de
Ciénega del oso,
ahí estaré, en la cara de una estrella, en el viento, en los
árboles, en la
tierra, en el agua, en el fuego, en otros seres humanos, seré
omnipotente
cuando quieras verme, ahí estaré. Y, tú estarás ahí para mí.
¡Hasta siempre!
La última página
ya pasó. Es hora de dormir.
Comentarios
Publicar un comentario