Aunque todo nos separe


No quiero pensar en que te vayas, 
me duele el corazón por no poder
abrazarte, besarte, hacerte el amor
una vez más. No quiero pensar en 
que no estarás más, lo que parecía
toda la vida se redujo a solamente 7
meses.

Siete meses de amarguras y de 
felicidad, porque estarás aquí, porque
podré verte sonreír y decir que eres 
un pequeño koala, como si nada pasara.
No quiero que te vayas de mi lado, me es
difícil pensarte sin que estés aquí. Ahora
no me queda nada, otra vez estoy muerto
por dentro, de ti, por esto.

La responsabilidad es mía o es tuya, o es 
de los dos. ¿Por qué ya no me amas? 
¿Qué se supone que haga yo con este amor,
con estos planes de estar juntos? Realmente 
eres todo lo que quise durante tres años. No 
quiero que te vayas sin que hayamos pasado
una vida eterna juntos en un día o hayamos
visto otra película. Tenemos innumerables cosas
por hacer.

Siempre estoy aquí para ti, sonriendo para que te
sientas mejor, para que te cures de tu dolor. Perdona
por no ser lo que querías, por no ser aquello que 
pensaste. Tú tampoco lo eras pero cuando supe que
eras mi amor no idealizado, cuando en ti conocí una
mirada de amor, un sueño eterno, cuando en ti 
conocí todo lo que no quise o no pude, me sentí
feliz, vivo, libre, agonizante, maldito, afortunado.

No quiero que te vayas, que me dejes llorando como
esta noche. No quiero regresar adonde estaba. Tú, 
recuerdo, tu figura pequeña a contraluz -una figura
que me llenó de felicidad. Maldita sea, no es justo 
que no me ames porque yo te amo demasiado, eres
mi vida entera. 

Esta noche lloro como de costumbre, una costumbre
que, a causa de tu presencia, suspendí por tres años.
Siempre me reclamaste que te busqué porque no quería
estar solo. Pero, en realidad, no te busqué; nos vimos, 
nos abrazamos, luego, nos besamos a pesar de todos
nuestros sueños y compromisos y sellamos esta tragedia.
Recuerdo los bailes en un puente dentro del metro donde
te juré amor eterno. Lo hago eternamente. Las veces que 
sentiste mi dolor y que lo hiciste tuyo, así como yo hice 
mío cada parte de tu cuerpo. 

Una nube se paró encima de nosotros, nos juramos
amor sin importar las condiciones. Trabajaste por él
mientras yo esperé por ti a que salieras con ilusión de
mí. Te llevaba un té hecho con sabor a mí que presumías
a todas tus compañeras. ¿En qué momento todo se
convirtió en el dolor de esperarte otra vida?
No recuerdo cuándo me dejaste de abrazar con amor,
no recuerdo cuándo me besaste por última vez. Cuándo
hicimos el amor. Por favor, entiende que fuimos víctimas
de este maldito mundo.

Si no te hubiese conocido aún así escribiría de ti, en abstracto,
sin momentos concretos que recordar pero amándote igual.
No quiero que te vayas esta noche, no quiero perder tu aroma 
dulce, ni tus sollozos fingidos de niña, no quiero perder tu risa,
no puedo pensar en mi mano sin que acaricie tu cabello. Recuerdo
la segunda vez que fuimos a tu casa, para avisarle a tus padres 
que nos íbamos a casar.
Corrí bajo la lluvia por felicidad mientras me seguías 
detrás, con un paraguas, luego, tomamos un té y hablamos 
de lo felices que  podríamos ser. Hicimos una lista de 
cosas por hacer que no cumplimos; entre ellas, 
pusimos como objetivo primordial amarnos. 
Aún no puedo creer que me hayas dicho que no me amas. 
Otra vez, el tiempo se consumió fugaz, sin que tuviese 
conexión verdadera entre un suceso y otro. 

No estoy preparado para estar sin ti, ¿por qué no me amas?
Si, a pesar de todos mi errores, siempre te amé más que a mi
propia vida. No tuvimos nuestra granja porque supones que
no es la vida que quiero pero era la vida que quiero junto
a ti.

Perdóname por todos los errores, por los actos impuros de
amor, por faltar a tu respeto, por no poder ser y hacerte feliz.
Por no conseguir que fueses una mujer plena y con ilusión
de estar en este mundo, así como quise mostrarte, como
viví alguna vez. No quiero que te vayas, no estoy preparado
para estar sin ti, sin tus abrazos y sin que pongas tu cabeza
en mi pecho. 

Te extraño, mi amor. Siempre lo voy hacer.

Todos los recuerdos quedan azotando mi cuerpo dentro
de la oscuridad de la existencia. Sé feliz, sé. Yo, trataré
de hacer lo que tengo por hacer, sin ti, sin nuestro, sin
un para siempre, sin un juntos, sin una vida, sin tu cuerpo
gemir o sin tu boca decirme una vez más “te amo, mi cielo
lindo”. Yo viviré sin ti, sin aquello que me une a ti, sin tus 
manos sostener las mías mientras camino en la acera hacia
la consecución más normal de nosotros. 

No me queda más que decir. ¡Te amo, koala chiquito!
Te amaré por siempre. Por siempre. ¡Aunque todo nos separe!

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Qué significa perder?

Te recuerdo antes de que fueras un montón de sal

Mi débil belleza