El final.
Un descuido en nuestro corazones, una pasión que murió en ti.
Miles de recuerdos por cada una de aquellas pasiones. Miles de
sentimientos que tuve hacia ti.
Un cuerpo encontrado muerto en el símbolo más alto de tu
sexo. Un sexo que murió al contacto de nuestros cuerpos
y nuestros deseos.
Espuma, brisa en la punta de la almohada. Sensaciones en
la montaña de tu placer. Luego, miro. Sonrío. Observo.
Tomo posesión de tu cuerpo en el adiós de mi vida.
Amor, qué tristeza ser permanente en las estrellas y no
en tu sangre. Ahí donde viajo a miles de kilómetros para
poder recorrer tu cuerpo. Para que me recuerdes eternamente.
No logro penetrar tus pensamientos, no logro sancionarme
en la cara pura que desprendes de placer. Un gemido.
Embestida dura de muertos vivientes.
El sol que adorna la ventana, la noche que muere entre
sábanas. Mal aliento, cuerpo erizado, fluidos en tu piel.
En la mía.
Después, la regadera, el baño, el desayuno. El hartazgo de tu
presencia. El hartazgo de tu cuerpo. Después, la
soledad; las nubes desaparecen.
El recuerdo de tu olor, de tus sonidos, de tus manos
sobre mi miembro erguido como el mejor de los
caballeros. Solamente, el recuerdo.
Gotas de lluvia, nubes, sol. Cantos muriendo.
El final.
Comentarios
Publicar un comentario