Recuerdos.

Recuerdo la primera vez que la vi. Su cabello era tan fino, volaba junto al aire. Las drogas y el alcohol potenciaron mis sentimientos y pude observarla sin vergüenza. En otra época no hubiese sido capaz de verla directamente. Pero, antier la pude observar. Vi sus ojos yendo directo a observar mis labios, criticando cada parte de mi cara y mi cuerpo. Sentí gloria eterna, como si fuese un héroe revolucionario por haberle gustado. 

Otra cerveza. Otra copa de vodka. Igual que los rusos me quise convertir en vanguardia. Y, fui vanguardia. La besé apasionadamente. Tal vez, no soy el mejor beso que alguien le dio pero, al menos, sé que soy el más honesto. La besé con amor sin siquiera conocerla bien. La distancia topó con una mirada que nos reunió, fue como un sueño. Y, entonces todos desaparecieron entre la carne de nuestros cuerpos. Nuestros cuerpos se volvieron uno. Solamente, fue un beso pero para mí había pasado toda una eternidad. Eternamente la besaba mientras que ella sonreía, se colocaba sus lentes y su escote relucía en mi mirada.

El mundo exterior, celoso, irrumpió en nuestro sueño de amor. Liszt dejó de tocar su piano y el sonido de aquel lugar se convirtió en una triste voz pérfida de un mal bufón. Comentó a todos sobre nuestro amor, sin saber que nuestro amor era solamente un momento de éxtasis. Supe, inmediatamente, el hombre, llevaba algo preparado para decir al azar. La comedia se ríe de todos, pues yo me río de él y de su poca capacidad. Pero no todo fue tan malo. Ella sonrió, yo fui feliz y subí a la nube de la gracia. "Somos novios, sí, somos novios".- dijo entre risas y felicidad. Yo, solamente me sentía bien e indagué un poco más en su cuerpo. Le toqué el cabello, le mordí el hombro, me lamió la boca -después yo a ella, corrigiéndola. Así es, así se hace.- presumí ante su mirada penetrante. 

Dejamos el asqueroso lugar y nos metimos en un cuarto oscuro. Las fotografías de cada movimiento de nuestras manos, de las lamidas de mi boca a sus pechos, a su cuerpo, de mis manos transgredir sus hermosas nalgas redondas, se tornaron en una sola que como símbolo tomaba la luna. La foto era luna. Igual de gloriosa, bella e inalcanzable, casi como un sueño fue nuestra noche juntos.
Otro tipo de luz llegó, la era tecnológica arribó y ella se fue entre un mar lleno de personas para subirse a la dulce arena blanca de un carro. 

Un beso de despedida. Mensajes que pregonaban amor. El recuerdo de su voz diciéndome "mañana te quiero ver". El olvido de sus besos, la despedida de su cuerpo. El triste recuerdo de ser humano, de añorar el pasado.  Los demonios que se acercaban hacia mí, regresando mi alma al infierno.

La tristeza. Los recuerdos.

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