Mi débil belleza

 Me equivoqué, me tragué mis palabras junto con

Mi dolor. Sentí, volví a sentir. No estabas tú.

Pero, ¿quién eres? No recuerdo saber quién eres.

Aún así, el peso del vacío que dejó tu espeso

Corazón está en mi cuerpo. Lo siento. Quizás

Es un saber-poder que me hace sentir, estar vivo;

Quizás debería morir y obedecer al 

consensuum de ancianos. La vida no vale la 

Pena. El diablo es quien me hizo sentir que

La vida no vale nada, como diría José Alfredo.


Pero están equivocados, me equivoqué junto

A ustedes, impresionado por su grandes

Habilidades de la razón. Y yo, sólo un 

Joven y un poeta que conoció al pecado,

A la sensación del placer en el dolor del existir.

Al menos, eso solía ser: un joven y un poeta.

Era el diablo, pero no por las razones que creí, 

Me equivoqué.


Mi juventud se extingue y me pregunto, a veces,

Me recuerdo: ¿realmente fui un poeta? ¿Lo

Que hice mereció ser? Sólo me queda pensar

En un sí. Sí soy poeta y mi vida fue material moldeable.

Fue mi gran ficha. Aposté todo y estoy  en la desesperación

De haberle robado a mi madre, de haber agredido a una

Mujer. Al ave maría. Soy un macho, soy hombre. Lo soy.

Pero también siento estar ausente de mi cuerpo, me 

Imagino como mujer. ¿Qué es el yo? Tengo miedo,

A veces pena. Pero lo aposté todo, entonces,

Se olvida rápido y sigo con lo creo, con mis saltos de fe.



Me equivoqué. Un falso sabio y un fanfarrón. Quizás sí.

Pero estuve enojado con todo ustedes, por el mundo 

Que me dejaron, por lo que esto hizo de mí. Pero tomé

Todo aquello y me reconstruyo. Estoy en un nuevo comienzo,

Creo en la vida y en mis sueños. Creo aún que puedo

Cambiar al mundo con mi poesía. Soy un poeta 

Y un revolucionario. Es momento de hacer. Los falsos

Ídolos caen, poco a poco, a mi ritmo, con mis formas.

La luz del sol entra a través de la puerta, directamente a mi 

Cara y me despierta. Tengo un don de Dios, como diría Mateo.

Mi don es mi sentir, mi pensar, mis ganas de estar en este mundo

Y de sentirlos, y amar, mentir, robar, mis ganas de un abrazo

O un beso. ¿Cuándo fue la última vez que deseé tener sexo?

¿Quién me quitó el cuerpo? Pero si todo lo que hay detrás 

Del velo, no es más que ello. Es un cuerpo. Y, como un Sileno,

Me entrego, nuevamente, con mis achaques de viejo,

Con mi sonrisa incompleta y mi débil belleza. 

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