Te amo por siempre. Tú.
Hoy te extraño más que nunca, recuerdo mucho
Tu cabello y tu forma de mirarme. Extraño sentirte
cerca, tan parte de mí, diciéndome que me amas.
Aún no puedo creer que hayamos terminado de
Tal manera. Juré que siempre te amaría y lo hago,
A pesar de querer odiarte por la forma en cómo me
Mentiste y me dejaste, te amo. Te amo fuertemente.
Quizás es una virtud mía el amar profundamente. No
Fue la primera vez que amé. Hubo más mujeres que
Quise amar, que amé demasiado. A una le escribí un
Cuento donde soñaba con ser inmortal y eliminar las
edades, amándonos hasta último día, la eternidad.
A otra le escribí después de besarla, de soñar con estar
Con ella, intentado dar lo mejor de mí, sonriendo diario
Para gustarle. Esa mujer ahora me llama diariamiente,
Para aliviar su desamor al lado mío, de donde yo mamo
De la botella de una cerveza y de su calidez sexoafectiva.
A ti te escribí nada, pero, en lugar de eso, me escribí a mí
mismo, pidiéndome dejar de estar en este mundo, dejando
Al lado la via de supuesta poesía que tuve. Me escribí un
adiós, pues no podía seguir con las dos cosas. Sentí
Que te debía amar a ti por encima de todo, y así lo hice.
Te amé a ti por encima de todo, de todos, de mí, de lo
Que escribí, de la poesía, te amé a pesar de que no tenía
Nada. Entonces, te dije que nos casáramos, que tuviéramos
hijos, que tuviéramos una vida juntos. Si era contigo, sí, de esa
manera, quería tener una vida de un ser humanos. Por eso
Comencé el proceso de desmontarme de mi máscara de
Indigno.
El día que te fuiste se fue todo de mí,. Se fueron las ganas de
vivir, de sentir, de conocer, de seguir con mi vida. Por un
momento, pensé que realmente estaríamos juntos, por siempre.
Sé que no hice mucho para que funcionara, pero hice lo poco
Que tenía dentro de mí. Ahora estoy sentado en nuestra habitación.
Donde vimos nuestro ser de cerca. Donde reímos, lloramos, peleamos,
Donde decidimos no tener un hijo que fuera “nuestro”. Eso me mató.
Me morí el día que te vi abrazando nuestro koala de peluche, fuerte,
Abrazándolo sin querer soltarlo, como si fuera nuestro bebé.
Aquí, en esta habitación, donde guardabas tus cosas que vendías,
Donde estaba tu ropa tirada por todos lados, donde te cambiabas o
Escribías, donde me platicabas tus ideas que, en muchas ocasiones,
Quería aportar. Aquí te vi destruida y me destruí. Pero, a pesar de todo,
Siempre quise estar contigo, amarte más que a mí. Dar y dar y dar.
Recuerdo los insultos que me hiciste, el silencio a mi dolor y preocupación.
También la manera de enojarte, de sonreír, de vivir, de pensar. Sé que te
insulté, que enloquecía de enojo por tu actitud. Sin embargo, siempre
Cuidé de ti, quería que sonrieras aunque fuera un poco, darte algo de
Lo que tuve.
Así, te fuiste yendo de mi lado, desde hace mucho. Yo soñé con esperanzas
De eternidad, no hubo, sólo dolor momentáneo más característico de la vida
Que de las historias de amor. Mi gran poesía era esa vida nueva, diferente,
Que nunca quise hacer. Mi gran poesía era diariamente, en mis pensamientos,
Cuando estaba consciente de lo que vivía, de que era un proceso de vida,
De que no era eterno, a pesar de mis peticiones secretas a Dios.
Ahora, en esta habitación, sin ti, sin nada, muerto, te escribo para
recordarte, para asegurarme que no se me olvidará que tú eres el
Amor de mi poesía. Vete, no regreses, sé feliz. Mientras, estaré
Sentado escribiéndote, viviendo como me gusta, intentando mis objetivos,
Muriendo todos los días, pasándolos con una fumada de mota o un vaso de
Alcohol.
¡Adiós, mi amor! Adiós otra vez, adiós para siempre. Ojalá nunca nos reencontremos,
Ojalá seas feliz y encuentres lo que hace mucho saliste a buscar.
No me olvides, pues te amo eternamente. Sin importar lo que pase, lo que pasó.
Te espero en el parque donde nos juramos no lastimarnos. De rodillas, Dios,
Te pido perdón por negarme a acatar lo que los humanos son. No lo dejaré de
hacer, aunque siempre me duela el estar tan solo como hoy lo estoy.
Te amo por siempre. Tú.
Tu cabello y tu forma de mirarme. Extraño sentirte
cerca, tan parte de mí, diciéndome que me amas.
Aún no puedo creer que hayamos terminado de
Tal manera. Juré que siempre te amaría y lo hago,
A pesar de querer odiarte por la forma en cómo me
Mentiste y me dejaste, te amo. Te amo fuertemente.
Quizás es una virtud mía el amar profundamente. No
Fue la primera vez que amé. Hubo más mujeres que
Quise amar, que amé demasiado. A una le escribí un
Cuento donde soñaba con ser inmortal y eliminar las
edades, amándonos hasta último día, la eternidad.
A otra le escribí después de besarla, de soñar con estar
Con ella, intentado dar lo mejor de mí, sonriendo diario
Para gustarle. Esa mujer ahora me llama diariamiente,
Para aliviar su desamor al lado mío, de donde yo mamo
De la botella de una cerveza y de su calidez sexoafectiva.
A ti te escribí nada, pero, en lugar de eso, me escribí a mí
mismo, pidiéndome dejar de estar en este mundo, dejando
Al lado la via de supuesta poesía que tuve. Me escribí un
adiós, pues no podía seguir con las dos cosas. Sentí
Que te debía amar a ti por encima de todo, y así lo hice.
Te amé a ti por encima de todo, de todos, de mí, de lo
Que escribí, de la poesía, te amé a pesar de que no tenía
Nada. Entonces, te dije que nos casáramos, que tuviéramos
hijos, que tuviéramos una vida juntos. Si era contigo, sí, de esa
manera, quería tener una vida de un ser humanos. Por eso
Comencé el proceso de desmontarme de mi máscara de
Indigno.
El día que te fuiste se fue todo de mí,. Se fueron las ganas de
vivir, de sentir, de conocer, de seguir con mi vida. Por un
momento, pensé que realmente estaríamos juntos, por siempre.
Sé que no hice mucho para que funcionara, pero hice lo poco
Que tenía dentro de mí. Ahora estoy sentado en nuestra habitación.
Donde vimos nuestro ser de cerca. Donde reímos, lloramos, peleamos,
Donde decidimos no tener un hijo que fuera “nuestro”. Eso me mató.
Me morí el día que te vi abrazando nuestro koala de peluche, fuerte,
Abrazándolo sin querer soltarlo, como si fuera nuestro bebé.
Aquí, en esta habitación, donde guardabas tus cosas que vendías,
Donde estaba tu ropa tirada por todos lados, donde te cambiabas o
Escribías, donde me platicabas tus ideas que, en muchas ocasiones,
Quería aportar. Aquí te vi destruida y me destruí. Pero, a pesar de todo,
Siempre quise estar contigo, amarte más que a mí. Dar y dar y dar.
Recuerdo los insultos que me hiciste, el silencio a mi dolor y preocupación.
También la manera de enojarte, de sonreír, de vivir, de pensar. Sé que te
insulté, que enloquecía de enojo por tu actitud. Sin embargo, siempre
Cuidé de ti, quería que sonrieras aunque fuera un poco, darte algo de
Lo que tuve.
Así, te fuiste yendo de mi lado, desde hace mucho. Yo soñé con esperanzas
De eternidad, no hubo, sólo dolor momentáneo más característico de la vida
Que de las historias de amor. Mi gran poesía era esa vida nueva, diferente,
Que nunca quise hacer. Mi gran poesía era diariamente, en mis pensamientos,
Cuando estaba consciente de lo que vivía, de que era un proceso de vida,
De que no era eterno, a pesar de mis peticiones secretas a Dios.
Ahora, en esta habitación, sin ti, sin nada, muerto, te escribo para
recordarte, para asegurarme que no se me olvidará que tú eres el
Amor de mi poesía. Vete, no regreses, sé feliz. Mientras, estaré
Sentado escribiéndote, viviendo como me gusta, intentando mis objetivos,
Muriendo todos los días, pasándolos con una fumada de mota o un vaso de
Alcohol.
¡Adiós, mi amor! Adiós otra vez, adiós para siempre. Ojalá nunca nos reencontremos,
Ojalá seas feliz y encuentres lo que hace mucho saliste a buscar.
No me olvides, pues te amo eternamente. Sin importar lo que pase, lo que pasó.
Te espero en el parque donde nos juramos no lastimarnos. De rodillas, Dios,
Te pido perdón por negarme a acatar lo que los humanos son. No lo dejaré de
hacer, aunque siempre me duela el estar tan solo como hoy lo estoy.
Te amo por siempre. Tú.
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