Instancia blanca y poco poética que llamo poesía.
Algunas veces solí escribir mucho,
Escribí mis pensamientos y mis sensaciones,
También mis sentimientos. Hace mucho que
Dejé de hacerlo de verdad porque, uno, en estas
Etapas, ya no puede escribir con tanta pasión.
Ahora entiendo cuando los poetas a los que
Admiro escribían sobre lo difícil de la poesía, lo
peligroso. Pero, al menos, ellos fueron reconocidos
Como poetas y como grandes escritores. Pero yo,
Yo solamente me ahogué en mis pensamientos que
Dejé caer sobre una servilleta manchada de cerveza.
Eso era todo para mí: el acto de decir unas palabras
A los demás que les denostara mi dolor y, que a la vez,
Les hiciera ver quién era y qué quería de la vida. Que
Ellos entendieran que no tenía sentido nada de lo que
Hacíamos en ese momento.
Por eso con algunas palabras quise salvarlos, regresarlos
Al momento perpetuo de las hojas de los árboles volando
Lejos al horizonte eterno. Pero ellos callaron, me dejaron
De ver mientras yo me morí en mí mismo: uno de mis tantos
Yo, uno que no soy ahora y que, de cierta manera, sigo
añorando y siendo.
Pero no importa más lo que pasé, ya han muerto muchos de
Mis sueños y de mis ilusiones más hondas de mi cuerpo, mi
Oscuridad se tragó los lamentos de mis crímenes y de
Mi debilidad moral. Se las tragó con un beso o con una fumada
Del “bong”.
Ahora solamente me quedan aquellos recuerdos de cuando
Sonreí mucho con mis abuelos, cuando mi abuelo me compró
Unos tenis para que pudiera seguir mi sueño, mis esperanzas.
Ahora solo recuerdo tocarle su cabeza en forma de caricia y
Decirle poco que lo amaba.
Yo no sé qué es tener un padre y nunca me hizo falta uno pues
Mi abuela siempre me dejó míseros doscientos pesos para seguir
Comprando cosas para estar mejor. ¿Entienden?
Todos mis malditos recuerdos hermosos tienen que ver con la
creación de momentos romantizados que cabalgan lejos hacia
el final, como jinetes del apocálipsis que vivo desde el maldito
día que nací.
Y, qué difícil es recordar mi cuerpo de aquel entonces o mis lágrimas
O mis dolores o mis olores o las miradas o los pensamientos.
Ahora solamente queda eso que no quise que quedara y, a punto de
Pasar otro maldito año con vida, me recuerdo siendo yo en otra épocas
Que quizás sí fueron mejores.
Quizás no les escribí antes este adiós porque tenía miedo de dejarlos ir.
De dejar que su figura se esparciera y se confundiera, perdiéndose
en el aire y combinándose con un rayo nuevo de sol. Pero ahora es
Momento de terminar con lo que les juré que haría. No voy a parar hasta
Hacerlo y, después de ello, me voy a retirar a los más hondo de mis
personajes, de mis actitudes, de mis sentires y de mi maldita poesía que
Nunca me dio nada, ni me ayudó en nada y que, de alguna manera, sigo
haciendo.
Así como dijo Pessoa, mientras yo esté con vida siempre nos sentaremos
A comer juntos, hasta con el último aliento de mi boca o el último trago
de cerveza o la última letra de este poema. Siempre los voy a recordar
con todo lo que tengo y con todo que soy.
Porque esto soy: un conjunto de letras mal ordenadas, ser y estar, sentir y ver.
Me dijo ella que no los dejé, que seguían muy dentro de mí y que debí
dejarlos ir antes, pero no es así de fácil. Esta es mi forma de dejarlos ir,
de saber que están en este escrito y en mi corazón, en mi sangre y en mí.
¡Adiós para siempre poesía! ¡Adiós para siempre!
Al final, siempre fuimos –y quedaremos– tú y yo, aunque no estés realmente
en esta vaga instancia blanca y poco poética que llamo poesía.
¡Que soy yo!
Comentarios
Publicar un comentario