El tiempo que no pasó.

El tiempo que no pasó, el que perdí entre mis dedos.
La vida que no pasó, la que decidí en mis enredos.
El sueño que dejó de ser para convertirse en mareas
lejanas de una vida sin razón o sensaciones arcaicas
de cuatro vientos.

Si rimo o no mi poesía es arcaica pero mi enredo en
el corazón no. Ahora se supone que busco conocer
lo que antes era sentir. Mi vida bohemia de alcohol
se convirtió en algo más que una simple botella o
un beso congelado en tres tragos. Bailes por doquier
moviendo mi cuerpo de un lado para otro, dejando
que me lleve la música de mi vida y de mi pasión
y de mis tormentos y de mis recuerdos. Tiene un
año que no le escribo al infierno o a mí mismo.
Dejé mi sillón y me hundí hasta los más hondo de
cada parte de mi cuerpo. Donde la oscuridad me
recordó mi edad y mis experiencias y mi vida.
Mis sensaciones se hicieron lejanas y dejé de
ser poeta. ¿Quién sabe si algún día lo fui? Pero,
siempre tuve ganas de serlo y escribía sintiéndolo,
añorándolo, conservándolo, pensándolo, entendiendo.

¡Sintiendo!

El tiempo que no pasó el cual perdí en mi cuerpo.
La vida que no cesó y me confundió en mi sendero.
El sueño que no cesó y se convirtió en eterno.
El diablo que desapareció, nunca más vino a nuestros
encuentros.

Hace un año cambió mi vida en toda su concepción.
Murió otra vez una persona que amaba y que, para
variar, le hice daño más que a cualquier otra porque,
por maldito, le hice creer que era algo diferente a lo
que soy. Monté una obra donde el personaje principal
era yo, ficcioné la realidad para hacerme exitoso y
reconocido. Los poetas anteriores deberán de estar
orgullosos de mí y de mis pasos porque, por mí, en mí,
hice de mi vida una poesía.

Ahora pregunto: ¿qué es mi vida? ¿Qué es poesía?

No puedo escribir como antes donde estaba enfrascado
en un mar de sensaciones y sentimientos: Caicedo tenía
razón. La vida después de los veinticinco es horripilante.
La vejez la sientes recorrer entre las relaciones sociales y
tu cuerpo, cansado de tanta mierda y de tanta estupidez.
Murió mi abuela, murió mi abuelo, murió la señora y
murieron millones de personas más. ¿Qué importa?

¿Por qué no morí yo entre las tiernas piernas de una mujer
mientras inhalaba cocaína de su vientre? ¿por qué no morí
por alcohol? o, ¿por los tantos accidentes que quise provocar?

El estúpido del poeta se convirtió en un don nadie. Mejor dicho,
nunca fue nadie. Viví para lamentar atreverme a alterar la realidad
con mis sentires y ahora estoy aquí, otra vez, en mi mismo sillón.
Solo y a la vez acompañado. Buscando, como siempre, algo que
no sé qué es y que confundo con muchas cosas más.

¡Quizás era sentir!

Y, el mundo está de testigo que siempre sentí más que todos.

El tiempo no pasó para mí, los modernos los maldigo.
La vida no pasó para mí, morí como un Sileno, antes
de nacer.

El recuerdo quedó siempre en mí pero lo utilicé con fines
dramáticos e inmortalicé y liberé a mi ser de la vida a través
de ficcionarlos y ponerlos en la nada, donde podrán estar
eternamente en el discurso. Tomarán diferentes formas y harán
diferentes cosas, así como hago yo. Así como hice yo.

¡El diablo nunca regresó a nuestro encuentro!

Regresa, te imploro, dame tu fortaleza que me regalaste hace
dos años.

Sigo en mi sillón, pensando y sintiendo igual. Ahora me falta la
muerte y una botella con cerveza.

¡Mi poesía se extinguió!


Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Qué significa perder?

Te recuerdo antes de que fueras un montón de sal

Mi débil belleza